El Libro de Mormón menciona que los caballos eran conocidos y usados por los jareditas y el pueblo de Lehi. Algunas personas creen que las referencias de caballos están fuera de lugar, pues es ampliamente creído que estaban extintos mucho antes de los tiempos del Libro de Mormón. Desde este punto de vista, los Santos de los Últimos Días se han acercado a esta pregunta en una o dos maneras. La primera, notando la creciente evidencia de la supervivencia de caballos de la época precolombina. El segundo enfoque es ver tales referencias como un posible ejemplo de lo que los lingüistas conocen como palabras prestadas y que la familia de Lehi pudo haber aplicado un nombre familiar a un animal desconocido. Este artículo discutirá la evidencia de la real supervivencia de los caballos.
Alguna vez fue ampliamente creído que no había caballos en las Américas hasta la llegada de los europeos a finales del siglo XV.1 Después que el Libro de Mormón fue publicado, se encontró evidencia de caballos precolombinos, pero sus fósiles databan de mucho antes de los tiempos del Libro de Mormón. Alentados por estos descubrimientos que fueron refutados antes, los Santos de los Últimos Días razonaron que investigaciones y estudios futuros probablemente arrojarían evidencia adicional de que los caballos sobrevivieron a tiempos históricos posteriores.
Los caballos son mencionados durante un periodo temprano de prosperidad entre los jareditas (Éter 9:18). Incluso estaban entre los animales encontrados en la tierra prometida cuando Lehi y su familia llegaron por primera vez (1 Nefi 18:25), y son ocasionalmente mencionados entre los nefitas y lamanitas hasta el tiempo de Cristo (Enós 1:21; Alma 18:9-10; 3 Nefi 3:22; 6:1). El Libro de Mormón solo analiza asuntos que ocurrieron dentro de las tierras de interés directo para sus escritores, una región limitada a no más de unos cientos de millas. Esto significa que el problema no es si los caballos se extinguieron en las Américas, sino si algunos caballos sobrevivieron tiempos históricos recientes. La única referencia a los caballos entre los jareditas en la tierra del Norte va seguida de un devastador periodo de sequía unas pocas generaciones después en el que varios animales murieron o huyeron a otros lugares (Éter 9:30-35). En la tierra del sur no hay referencias a caballos después del tiempo de Cristo y de los eventos destructivos en 3 Nefi 8-10. Estos pasajes podrían sugerir que los caballos estaban relativamente limitados, tanto numérica como geográficamente, y que pudieron haberse vuelto poco comunes o incluso extintos entre el pueblo de Lehi después de este tiempo.
A diferencia de otras preguntas, el estudio de restos de animales plantea algunos desafíos significativos para aquellos que están interesados en reconstruir el pasado. Muy pocos restos de animales sobreviven en comparación con lo que alguna vez existió, y aún menos de esos que sobreviven son localizados, correctamente identificados, datados o puestos a disposición para estudio futuro. Esto es debido a diversos factores, incluyendo lo que las personas del pasado hicieron con los animales después de que murieron, condiciones ambientales del suelo, decisiones de los investigadores modernos acerca de dónde cavar, intereses de estudio, reportes y conservación de fósiles.
Estos factores pueden ayudar a explicar por qué, incluso en regiones donde los caballos fueron culturalmente importantes y muy numerosos, solo pocos huesos han sobrevivido. El escaso número de huesos de caballos encontrados en las tierras conquistadas por los hunos de Asia Central y Europa del Este, brinda uno de esos ejemplos. En este caso “La presencia de caballos entre los hunos no es el problema. El punto del problema es la presencia de grandes cantidades de caballos, números adecuados para sostener una vida nómada y asegurar la movilidad, velocidad y alcance de una vida nómada”.2 El Libro de Mormón no da ninguna indicación de que los caballos hayan alcanzado una importancia comparable a la de los hunos, así que no debería molestarnos el hecho de que pueda ser difícil localizar restos de los relativamente pocos caballos mencionados por los escritores nefitas.
Mientras que la mayoría de los estudiosos actualmente mantienen la opinión de que todos los caballos se extinguieron en las Américas aproximadamente en el 8.000 a.C., otros, por varias razones, cuestionan esta teoría de extinción total.
Algunos señalan, por ejemplo, un temprano y notablemente rápido aumento en la población de caballos después de la llegada de los europeos a América, lo que parece difícil de reconciliar con las teorías de extinción total, actualmente aceptadas. De igual modo, las tradiciones de nativos americanos y conocimiento popular de Norte América, incluyendo México, parecen preservar memorias de la supervivencia del caballo en tiempos históricos recientes. Algunos estudiosos nativos americanos, sostienen que la interpretación de la extinción del caballo después de la Edad de Hielo, fue basada y sigue reflejando, un sesgo miope y eurocéntrico. Este sesgo tiende a descartar los recuentos y conocimientos tradicionales de que los caballos sobrevivieron y que jugaron un papel importante en las culturas de los primeros pueblos mucho antes de la llegada europea.
La fuerza del sesgo contra esta posibilidad es evidente incluso en casos donde los estudiosos han encontrado apoyo para la supervivencia tardía. Un investigador encontró palabras para caballo en los tres grupos de idioma proto-yuman, hablado por pueblos del sur de California y Arizona. Este lingüista notó que su reconstrucción para la palabra era válida en primer orden, pero señaló que dado que una palabra similar para pollo también podría ser reconstruida, no se podía confiar en estos hallazgos puesto que tanto caballos como gallinas estaban ausentes en América en ese momento. El descubrimiento posterior de gallinas precolombinas en América, sugiere que dichas conclusiones pueden haber sido prematuras.3
La datación confiable de carbono es un elemento esencial en el estudio de la vida en la antigüedad, pero la ubicación, correcta identificación y la datación del caballo y otros restos de animales antiguos pueden plantear desafíos significativos que no siempre se entienden o aprecian.
Primero, solo una pequeña fracción de los restos de vida animal pasada sobrevive con el tiempo, y lo que eventualmente sobrevive no siempre es una representación exacta de lo que una vez existió o fue conocido y utilizado por el hombre. Factores que escapan al control de los arqueólogos incluyen el comportamiento de los animales y cómo los humanos del pasado utilizaron y eliminaron a los animales.
En segundo lugar, esos restos que sí sobreviven a las condiciones destructivas del clima y suelo, pueden ser difíciles de identificar. Los datos sobre los huesos mencionados en reportes arqueológicos pueden ser poco claros o no contener suficiente información en relación con el material arqueológico asociado para determinar de forma confiable el contexto histórico correcto. Además, los fósiles que los investigadores son capaces de reubicar para examinar pueden no contener suficiente colágeno para pruebas científicas.
A pesar de estos desafíos, la información precisa puede ser obtenida, pero a menudo toma tiempo, paciencia y persistencia.
Las últimas fechas disponibles obtenidas de un tipo de animal en particular, no son lo mismo que la fecha de extinción final de una especie, aunque a veces erróneamente se les considera una y la misma.
Esto significa que los fósiles de caballo descubiertos en una región en particular pueden o no pueden ser representativos del número de caballos que alguna vez existieron en esa región. Además, conforme una especie empieza a extinguirse antes de la extinción total, es cada vez menos probable que los restos de su población en declive se encuentren. Se sabe que algunas especies persisten cientos e incluso miles de años después de sus supuestas fechas de extinción. Y los restos de pequeñas y aisladas manadas de animales pueden fácilmente no ser detectadas debido a condiciones ambientales y de la inhabilidad de los arqueólogos para localizarlos.
En el año 2009, un equipo de arqueólogos anunció el descubrimiento de material ADN orgánico en restos de caballos precolombinos preservados en el permafrost de la región de Yukón en Alaska.
Trabajos previos basados en huesos fosilizados indicaron que el caballo había sobrevivido en Alaska hasta alrededor del año 10.000 a.C. Sin embargo, el examen de ADN en este nuevo material data estos restos al año 5.600 a.C. – cientos de años después de lo que generalmente se creía.4 Es inusual y muy raro, no obstante, encontrar dicho material genético preservado. En un ambiente templado o tropical más sureño, el material genético tendría muchas menos probabilidades de sobrevivir y de estar disponible para estudio.
A pesar de estos desafíos, los esfuerzos por obtener fechas científicamente confiables del caballo precolombino y otros animales, están en curso y hasta ahora han proporcionado evidencia que sustenta el caso de supervivencia tardía. Estos incluyen la datación por radiocarbono para caballos después del Pleistoceno Tardío (800 a.C.) incluyendo, más recientemente, algunos en el norte de México siendo datados a 2.540 años antes del presente, lo cual va bien con los tiempos del Libro de Mormón. Se necesitarán, por supuesto, fechas confiables y su publicación anticipada en lugares científicos para cambiar el entendimiento prevaleciente actual. Mientras tanto, sin embargo, los lectores del Libro de Mormón tienen buenas razones para estar seguros de que la investigación en curso y futuros descubrimientos continuarán incrementando nuestro entendimiento del caballo de acuerdo con el relato en el Libro de Mormón.
1. H. Stevenson, A Lecture on Mormonism Delivered in the Wesleyan Methodist Chapel, Alston, December 7th, 1838 (New Castle: J. Blackwell and Company, 1839), 9–11.
2. Rudi Paul Linner, “Nomadism, Horses, and Huns,” Past and Present 92 (August 1981): 13, emphasis added; See S. Bokonyi, History of Domestic Mammals in Central Europe (Budapest: Akademiai Kiado, 1974), 207; Denis Sinor, The Cambridge History of Central Asia (New York: Cambridge University Press, 1990), 203.
3. Howard W. Law, “A Reconstructed Proto-Culture Derived from Some Yuman Vocabularies,” Anthropological Linguistics 3, no. 4 (April 1961): 50–51, 54.
4. James Haile, et.al., “Ancient DNA Reveals Late Survival of Mammoth and Horse in Interior Alaska,” Proceedings of the National Academy of Sciences 106, no. 52 (Diciembre 29, 2009): 22352–22357.
Book of Mormon Central, “¿Por qué se mencionan caballos en el Libro de Mormón? (Enós 1:21)“, KnoWhy 75 (Abril 5, 2017).
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Acerca del término caballo como un ejemplo de palabra prestada, véase Brant A. Gardner, “Anachronisms in the Book of Mormon,” en A Reason for Faith: Navigating LDS Doctrine and Church History , ed. Laura Harris Hales (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2016), 33–43.
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Acerca del conocimiento tradicional de los nativos americanos respecto al caballo, véase Yvette Running Horse Collin, “The Relationship Between the Indigenous Peoples of the Americas and the Horse: Deconstructing a Eurocentric Myth (Doctoral Dissertation: University of Alaska Fairbanks, 2017).
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